Turismo Sitges

Sitges con los 6 sentidos 

Sitges es un lugar que se hace sentir. Y lo es porque es un sitio orgánico, muy sensorial, muy tangible dentro de lo intangible. Que se hace notar, vaya. Y os lo vamos a demostrar en este post, donde os explicamos cómo visitar y disfrutar Sitges con los 6 sentidos (hay seis, claro…)

Sitges entra por la vista. Y por el oído. También por el tacto y el gusto, claro. Y Sitges se huele, por supuesto. Además, aquí tu cuerpo se siente bien, se reajusta y equilibra, sabe dónde está y no quiere irse: se llama propiocepción y es el sexto sentido (de verdad, podéis buscarlo).

 

En este post os compartimos las vías de entrada y sensaciones asociadas a cada sentido que se suelen experimentar en Sitges. Por supuesto, estas pueden variar o tener matices en cada persona, pero por lo que nos dicen nuestros visitantes, el margen de error es muy pequeño… marginal vaya.

 

Sitges por la vista
Sitges es un festival visual. Porque tiene todos los colores, todas las formas y mucho arte propio, exclusivo, que solo podrás ver aquí. El azul vibrante de nuestras 17 playas, el verde y gris calizo del Parc del Garraf, el blanco, el piedra y el azul del casco antiguo… y luego, y ahí vamos, el arco iris de nuestros museos. Sí, porque nuestros museos dilatan las pupilas, fijan miradas…muchos visitantes no se esperan encontrar uno de los templos museos modernistas de España -el Museu del Cau Ferrat-, en el que hay además cuadros de Picasso y el Greco; ni un palacio de cuento con salones de fantasía y una terraza que es un capricho arquitectónico con vistas al mar -el Palau de Maricel-; ni un museo que casi cuelga sobre el mediterráneo y cuya luz natural acaricia obras de genios modernistas como Rusiñol, Jou, Llimona o Casas o la escuela luminista de Sitges. Y además, para que tu ojo experimente nuevas formas y texturas, nada mejor que la Fundación Stämpfli, una joya del arte contemporáneo que se sitúa en la vanguardia de lo visual.

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Sitges tiene buen gusto

Otro sentido muy agradecido cuando se viene a Sitges es el gusto. A los sabores mediterráneos le añadimos aquí notas propias que sorprenden al paladar de forma sutil pero definitiva. Hablamos de platos como el Xató (sobre todo de noviembre a marzo) o el arroz a la sitgetana. Y nos referimos, claro, a ese embajador del buen gusto que es el vino de Malvasía de Sitges, una delicia dorada y afrutada que debes probar y que marida con todo, pidas lo que pidas. Y estad atentos a la agenda, porque dependiendo de la época en la que vengáis, puede que coincida con el ‘Sitges Tapa a Tapa’ (el nombre no deja lugar a dudas de la que os vais a encontrar durante diez días seguidos) o la Semana de la Malvasía de Sitges (en noviembre).

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Sitges huele a mar… y montaña

Sí, insistimos siempre en esta dualidad, porque mucha gente nos asocia al mar y se olvida que detrás, dando cobijo a la localidad, filtrando el aire y aportando botánicos a la brisa mediterránea, tenemos esa maravilla natural que es el Parc del Garraf. Se trata de una joya que es la más desconocida del patrimonio natural catalán. Y no será porque le faltan argumentos…y olores, claro: a margalló (palmito, en castellano), la única palmera autóctona europea- , a helechos (Polypodium vulgare) y también a retama del Garraf, un arbusto de hoja escasa pero floración amarilla y aroma muy singular. Y luego, claro, olor a encinas y pinos.
De nuestras playas, siempre os decimos lo mismo: tenemos muchas y variadas, repartidas por 18 kilómetros: urbanas y salvajes, de ambiente LFTBIQ+, familiares, con vistas y algunas donde el textil es opcional. Pero todas huelen muy parecido: a sal y a optimismo, a diversión, a crema solar y a aperitivos y comidas sobre la arena. Las playas en Sitges huelen a buena vida…seguro que nos entendéis.

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Sitges te toca y se deja tocar

El tacto es un sentido muy especial. Conecta con nuestras terminaciones nerviosas que envían información directamente al cerebro. En el caso de Sitges, el resultado es la liberación de endorfinas…o algo muy parecido. El tacto aquí viene de caminar descalzo por la arena, del escalofrío (de placer) de entrar al agua…pero también de ir de tiendas. Sí, ir de shopping en Sitges es un deleite para dedos, brazos y piernas, caderas y cabeza…para todo el cuerpo, oiga. Con más de 500 establecimientos diferentes, las opciones de tocar y quedar tocado son muchas: Ropa y complementos, con tiendas únicas y singulares, alejadas de franquicias, artesanía, joyería e interiorismo… Sitges siempre está de moda. Es algo tangible: si vienes, lo ves…y lo tocas. La oferta táctil y de shopping también nos debería llevar al Mercado de Sitges, epicentro del slow food, con 25 puestos que nos atraen primero por la vista y luego por el tacto, antes de que el gusto se dé un homenaje.

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Sitges suena tan bien…

El oído es un sentido muy delicado, pero que conecta directamente con nuestro estado de ánimo. Es un resorte que nos dispara hacia la euforia, la calma o la nostalgia. En Sitges el rumor del mar es la banda sonora que te recibe y se va contigo. Pero ese oleaje mediterráneo se vuelve especial aquí porque se mezcla con el eco de las risas en la calle, del tintineo alegre de la gente tomando algo o relajándose en las terrazas. Es el ambiente de Sitges, ese que nos dicen que es lo que nos hace diferentes. Un elemento difícil de explicar…pero que se oye. Y se siente.

A ese ambiente contribuye también muchas veces la oferta musical que tenemos todo el año. Depende cuando vengas, tus oídos seguirán a un flautista de Hamelín diferente: el Festival de Jazz Antic de Sitges (en marzo), con una parade por las calles que es ya un referente nacional, el Mediterranean Guitar Festival (de abril a octubre), con conciertos únicos en la ermita de Sant Sebastià, la Sitges Pride, en junio, que invita a defender la libertad y liberarse con conciertos a pies de playa, el Festival Jardins de Terramar o el Festival Creative Connexions, en octubre, y que llena de música irlandesa la ciudad

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Sitges y la plena conciencia de estar donde hay que estar

Propiocepción. Ese es el sexto sentido que reúne mayor consenso para sumarse a los otros cinco. Es seguramente el más etéreo de todo ellos, porque se refiere a la conciencia que tenemos de nuestro cuerpo, de nuestra ubicación y equilibrio. Es el saber dónde estás y cómo estás. Pues bien, Sitges es a la propiocepción lo que la sal al huevo. Porque más allá de olores, sabores, sonidos, texturas y visiones, o quizás por cómo se combinan todas ellas, Sitges te sitúa en el espacio-tiempo como pocos lugares. Porque te sientes tan bien, que tu cuerpo se recalcula, las siete charcas se desbloquean y equilibran, tus vibras solo son buenas (o buenísimas) y un suspiro y una sonrisa automática te confirman quién eres, y también dónde estás y a dónde vas, que en este caso coinciden, claro. Sexto sentido, bienvenido a Sitges.

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22/05/2025

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